La osteoporosis es una patología caracterizada por una pérdida de la densidad ósea, que deriva en una mayor fragilidad de los huesos y probabilidad de fracturas. Aunque no es una enfermedad exclusiva de las mujeres, existe una mayor incidencia en aquellas que han superado la menopausia, originada por una menor producción de estrógenos. Son factores de riesgo factores genéticos, la falta de actividad física, el consumo de alcohol y tabaco, dietas pobres en calcio y vitamina D, así como la inactividad física.
No existe una sintomatología específica y clara y suele diagnosticarse tras sufrir una primera fractura. Aunque es una enfermedad sistémica, esto es, que afecta a cualquier hueso, la mayoría de las fracturas se localizan en cuanto a los fémures y antebrazos. De entre todas las fracturas, la más relevante es la de cadera, debido a las consecuencias quirúrgicas y de movilidad que se derivan de ella.
Existen fármacos que pueden ayudar a mejorar la densidad ósea, como inhibidores de la resorción ósea, hipercalcemiantes, estimuladores de la formación ósea, agonistas estrogénicos (fármacos que emulan la actividad de los estrógenos). Sin embargo, el pilar fundamental de la terapia está constituido por la práctica de ejercicio y una dieta con niveles apropiados de calcio y vitamina D como factores de prevención. Se recomienda que la actividad física se practique al aire libre en horas de luz, ya que la vitamina D es sintetizada por la piel tras el contacto con los rayos solares. Es relevante también que las personas con riesgo de osteoporosis vistan ropa y calzado cómodos para reducir la probabilidad de caídas y, en consecuencia, de fracturas.