Bien conocida y referenciada científicamente es la relación entre la alimentación y una buena salud. De la misma forma en que una dieta apropiada y equilibrada tiene un impacto positivo en todos los órganos y sistemas, también ocurre sobre el cerebro.
El cerebro humano representa aproximadamente el 2% del peso corporal, pero consume el 20% de la energía de todo el organismo, por lo que puede deducirse la importancia de una correcta alimentación para su funcionamiento.
Una dieta equilibrada, correcta y adaptada a las necesidades individuales ejerce un efecto positivo sobre el cerebro en general y, por tanto, sobre su capacidad de memoria.
Entre las recomendaciones para la salud cerebral, encontramos:
1. El 75% del cerebro está constituido por agua, por lo que es fundamental una correcta hidratación.
2. El omega-3 presenta, entre otros, beneficios sobre la memoria. Lo encontramos en alimentos como los pescados grasos (salmón, sardinas, arenques, etc.) y frutos secos.
3. El consumo de vitamina B1 es capital para evitar el síndrome de Korsakoff, derivado de su déficit, que provoca trastornos cognitivos y de memoria. Los frutos secos y la carne son ricos en tiamina, nombre por el que se conoce a esta vitamina.
4. Los frutos secos también son fuentes relevantes de vitaminas E y B6, fósforo, omega-3. Las semillas de calabaza, además, aportan gran cantidad de magnesio.
5. Una dieta equilibrada requiere el consumo de grandes cantidades de productos vegetales, como frutas, verduras, hortalizas: son importantes fuentes de vitaminas, minerales e hidratos de carbono, fundamentales para el cerebro. Igualmente, son fuente importante de vitamina B9 o ácido fólico, fundamental para el tejido nervioso.
6. Es importante considerar también el consumo de frutos rojos, como arándanos, fresas, moras, por su alto contenido en polifenoles.
7. El sistema nervioso está interconectado por moléculas llamadas neurotransimisores. Uno de ellos, la acetilcolina, se sintetiza a partir de colina, una amina cuaternaria que puede hallarse en vegetales como brócoli, la espinaca o la coliflor.
En resumen, es fundamental el consumo de una dieta equilibrada y adaptada a las necesidades individuales. La dieta mediterránea se adapta muy bien a estas características de equilibrio y salud.