La pandemia por Covid 19 está influyendo enormemente en nuestro día a día, independientemente de que hayamos sido contagiados o de si alguna persona de nuestro entorno ha cogido la enfermedad, todos hemos sido afectados por el virus. Sin embargo, existe un fenómeno que va unido a todo lo que estamos viviendo, que es otra pandemia en paralelo a la del virus de la que no hay datos ni estadísticas, pero podemos estar seguros de que cuenta con muchísimos más afectados: es la pandemia del miedo.
Es natural tener miedo ante situaciones conflictivas, inseguras, impredecibles o desconocidas, ya que el miedo nos prepara para afrontar esa situación, pero cuando se mantiene durante días, como en el caso que estamos viviendo, puede traer consecuencias graves para la salud como el debilitamiento de nuestras defensas para afrontar el virus. Aunque el miedo sirva para afrontar esas dificultades, es muy beneficioso controlarlo para afrontar cualquier situación con calma, ya que, por mucho miedo que se tenga, la situación o el problema sigue siendo el mismo y en la medida en la que nos tranquilicemos y nos controlemos, podremos solventar mejor lo que sea. Pero ¿Cómo gestionamos nuestro miedo a todo lo que rodea al virus Covid 19?
Con este artículo queremos compartir unas reflexiones que puedan servir para afrontar la situación de otra manera y combatir el miedo que la acompaña.
La primera reflexión es acerca de la información que recibimos constantemente sobre la pandemia. La incertidumbre sobre el futuro, la ausencia de medios veraces en los que informarnos, la falta de soluciones ante la situación y otras razones provocan que la televisión y las redes sociales estén continuamente ofreciendo información sobre distintos aspectos de la pandemia, y que nosotros estemos consumiendo permanentemente toda esta información para intentar aliviar nuestras preocupaciones sobre el tema. Además, todo esto hace que el virus esté siempre en nuestros pensamientos y en las pocas conversaciones que mantenemos con otras personas, por lo que, se podría decir desde un tono algo tremendista, que el virus ha ido controlando nuestro ámbito social, nuestro ámbito laboral, el educativo… hasta controlar también nuestra mente. Tras esta reflexión nos preguntamos si sería mejor apartarnos un poco de la televisión y del smartphone, informarnos de las novedades diarias sólo durante una media hora al día, por ejemplo, y dedicar el resto del tiempo a leer, aprender sobre algún tema, buscar otras actividades con las que disfrutar, intentar tener conversaciones con personas sobre otros temas de conversación…
Otra reflexión tiene que ver con las medidas y precauciones que debemos de tomar para evitar el contagio. Todas las medidas recomendadas por las autoridades sanitarias ya son de sobra conocidas por todos y su cumplimiento, no sólo reduce los riesgos para nosotros y para la gente que convive con nosotros, sino que también cumplimos con ellas un objetivo social, al reducir las probabilidades de que el virus se propague por la sociedad. Dicho esto, ahora viene la reflexión: si practicamos las medidas para prevenir el contagio y tomamos todas las precauciones necesarias ¿por qué tener miedo al virus? Realmente, si tomamos la responsabilidad y el cuidado necesarios y nos acostumbramos a ellos, podemos ser conscientes del riesgo real de contagio y tranquilizarnos al saber que ya estamos haciendo todo lo suficiente para protegernos.
Para acabar el artículo, queremos acordarnos de todas las personas que están trabajando a un nivel de exigencia mayor al habitual como sanitarios, cajeros, mensajeros, fruteros… para agradecerles todo su empeño y también animarlos a que intenten desconectar y descansar en su tiempo libre todo lo que puedan, además de animar, igualmente, a sus familiares y allegados a que les ayuden a disfrutar de su tiempo libre.
De igual manera queremos acordarnos de todas las personas que se encuentran confinadas, que no pueden trabajar ni desarrollar su vida con normalidad en estos momentos, con sus frustraciones y, en muchos casos, impotencia e incertidumbre por las preocupaciones sobre poder mantener sus medios de vida tras el confinamiento. Para estas personas, el día a día puede convertirse en una tortura, al no poder hacer prácticamente nada para llevar a cabo sus proyectos salvo intentar todo lo posible por mantenerlos vivos, por lo que también es importante tratar de desconectar en la medida de lo posible. Para estos casos compartimos la última reflexión: ya que lo máximo que se puede hacer es mantenerse en casa ¿No sería mejor que fuese producente? No sólo nos referimos a poder encontrar actividades placenteras o conocimientos o destrezas que podamos estudiar o aprender, si no también, a tratar de reducir nuestro miedo y el de las personas que nos rodean, sonriendo o hablando amistosamente con las personas que nos crucemos yendo a la compra o paseando al perro, preguntando a los vecinos si están bien o si necesitan algo, compartiendo buenos ratos con las personas que conviven con nosotros, o con nuestros allegados que viven lejos por videollamada, ofrecernos como voluntarios para algún movimiento social… Cualquier acción pequeña puede ser nuestro granito de arena para reducir el miedo y para que sobrellevemos esta situación de una forma más agradable.
Guillermo Garzo Fernández
Neuropsicólogo